Un día soleado en la ciudad de Nueva York, Lisa Ferraday estaba paseando por el centro cuando de repente, un joven alto y rubio llamado John W. Anderson, chocó accidentalmente contra ella mientras corría por la calle. Lisa se cayó y John se sintió terriblemente mal, se disculpó y le ofreció su ayuda. Lisa lo miró y, sin saber por qué, sintió algo especial desde ese momento. John, por su parte, quedó impresionado por la belleza y dulzura de Lisa. Lisa aceptó la ayuda de John y juntos comenzaron a caminar por la ciudad. Hablaban de todo y de nada, riéndose y compartiendo historias. Lisa sintió una conexión especial con John, y él sentía lo mismo. Ese día, Lisa y John pasaron horas juntos hasta que finalmente llegó la noche. John, tímidamente, invitó a Lisa a cenar. Ella aceptó encantada. Fue una noche perfecta llena de risas y sonrisas. Desde ese día, Lisa y John estuvieron inseparables. Comenzaron a salir, y en poco tiempo, se convirtieron en pareja. Descubrieron una química única entre ellos, y pronto, se dieron cuenta de que habían encontrado a su alma gemela. Así comenzó su historia de amor, una historia que perdura hasta el día de hoy.