Bob-Oakley y Lois-Collier se conocieron de manera casual en una feria de comida callejera en el centro de la ciudad. Ambos estaban viendo un espectáculo de magia en un pequeño escenario cuando de repente un acto salió mal y un conejo saltó al público asustando a los asistentes. Bob y Lois se miraron y empezaron a reírse al mismo tiempo. Aquella risa fue el inicio de una conversación que duró horas mientras disfrutaban del ambiente festivo. Bob descubrió que Lois era una artista plástica y Lois supo que Bob era un apasionado de la música. Desde entonces empezaron a intercambiar sus obras y a compartir sus intereses, hasta que se convirtieron en inseparables amigos.