Un día soleado en un parque de Los Ángeles, Bonne-Jenet estaba sentada junto a un árbol escribiendo en su diario. Mientras tanto, Malese-Jow paseaba por el mismo parque y notó a Bonne-Jenet sola. Se acercó a ella y le preguntó qué estaba escribiendo. Tras una breve conversación, Malese-Jow notó que Bonne-Jenet parecía triste y decidió invitarla a tomar un café cercano. Durante su conversación, descubrieron que compartían muchos intereses, como la música y el baile, y se hicieron amigas inseparables desde entonces.