Edward Beale McLean Jr. y Manuela Hudson se conocieron por casualidad en un restaurante de alta cocina. Ambos estaban allí para disfrutar de una cena con amigos, pero sus miradas se cruzaron y hubo un inmediato intercambio de sonrisas. Edward, encantado con la belleza y elegancia de Manuela, le pidió permiso para unirse a su mesa. Ella aceptó, y a partir de entonces conversaron con mucha fluidez y se rieron con los mismos chistes. Mientras probaban los platos elegidos, Edward y Manuela se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, como el amor por los viajes y la literatura. La noche se prolongó hasta altas horas de la madrugada, y cuando se despidieron, acordaron encontrarse de nuevo. Desde ese día, Edward y Manuela no se separaron más. Su amor surgió de forma espontánea, y pronto descubrieron que eran el complemento perfecto. Juntos, exploraron el mundo, se apoyaron en los momentos difíciles y celebraron cada victoria. Porque, en realidad, su primer encuentro no fue casualidad, sino el inicio de una maravillosa historia de amor.
