Margaret-Anne-Florence y Peter-Siachos se conocieron en una soleada tarde de primavera en un parque de la ciudad. Ella estaba leyendo un libro tranquilamente sentada en un banco, mientras él paseaba con su perro por el mismo lugar. Fue entonces cuando el perro de Peter se acercó a Margaret-Anne-Florence, y ella, encantada, le acarició la cabeza. Desde ese momento, entablaron una amigable conversación que pronto derivó en una cita para tomar un café juntos al día siguiente. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, incluyendo un amor por los animales y la literatura. Y así comenzó su historia de amor, que creció y floreció con el tiempo, hasta llegar a convertirse en el vínculo fuerte y duradero que aún hoy los une.
