Florencia y Matías se conocieron en una cálida tarde de primavera en la plaza del barrio. Ambos estaban tomando un delicioso helado de pistacho mientras disfrutaban del sol. De repente, un viento fuerte hizo que el sombrero de Matías volara y cayera justo a los pies de Florencia. Ella se lo devolvió con una sonrisa y comenzaron a hablar. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, como la pasión por la música y la literatura. Decidieron quedar para tomar un café al día siguiente en la librería del barrio. A partir de entonces, se convirtieron en amigos inseparables y pasaban largas horas charlando sobre sus preocupaciones, sueños y aventuras. Con el tiempo, su amistad se convirtió en amor y, finalmente, en una bella relación. Desde entonces, Florencia y Matías han aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, como caminar por la playa al atardecer o simplemente estar juntos en casa. Y todo gracias a ese sombrero que, sin saberlo, fue el que los unió para siempre.
