Maud y Reid se conocieron en una cafetería de Estocolmo. En ese día, ambos estaban trabajando desde sus portátiles, tomaban un café y disfrutaban de la tranquilidad del lugar. Al notar que Maud tenía problemas con su conexión, Reid se ofreció a ayudarla. Con el pasar de los minutos, empezaron a hablar sobre el mundo del cine y descubrieron que ambos eran fans de James Bond. A partir de ahí, la conversación fluyó sola y se hicieron buenos amigos desde ese momento.