Un día soleado de verano, Mauricio y Jazmín coincidieron en la plaza del barrio. Él estaba haciendo malabares con pelotas y ella estaba sentada en un banco, concentrada en leer un libro. Mauricio notó a Jazmín y decidió invitarla a ver su espectáculo de malabares en un evento local. Ella aceptó la invitación y se dio cuenta de que Mauricio era un artista talentoso. Después del espectáculo, fueron a tomar un café y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común: les gustaba el arte, la música y el cine. A partir de ahí, comenzaron a verse regularmente y se dieron cuenta de que tenían una conexión especial. Ahora son una pareja feliz y colaboran juntos en diversos proyectos creativos.