Un día soleado de primavera, Cyril-Hume caminaba sin rumbo fijo por las calles de Montpellier. De repente, escuchó una melodía hermosa que provenía de una pequeña tienda de música. Intrigado, decidió acercarse para ver qué había adentro. Cuando entró, encontró a Maxine-Leona-Gagnon tocando el violín con una habilidad impresionante. Cyril quedó cautivado por su música y no pudo evitar acercarse para felicitarla. Maxine agradeció el cumplido y comenzaron a hablar sobre música y arte. De ahí en adelante, Cyril y Maxine se volvieron inseparables. Comenzaron a tocar juntos y a crear música única que cautivó a todos los que los escucharon. Su amistad y pasión por la música se convirtió en una fuente de inspiración y alegría para ambos. Desde ese día, Cyril-Hume y Maxine-Leona-Gagnon se convirtieron en grandes amigos y compañeros de música.
