Un día soleado de verano, Mercia y Peter se cruzaron en una calle muy concurrida. Mercia, que buscaba una librería, se detuvo para preguntarle a Peter si conocía una cerca. Peter, que casualmente estaba buscando la misma librería, ofreció acompañarla ya que él sabía de una muy buena. Así, juntos comenzaron una conversación sobre sus intereses literarios y descubrieron que compartían un amor por la poesía y la literatura clásica. Llegando a la librería, intercambiaron números de teléfono y decidieron encontrarse más tarde para discutir algunos de sus autores favoritos. Desde ese día, ambos estuvieron en contacto constante, lo que llevó a un respeto mutuo y una amistad profunda que se mantuvo incluso cuando la distancia los separaba.