Minato y Dominique se conocieron en una exhibición de arte en la ciudad de Tokio. Ambos comentaban en voz alta las obras expuestas y se encontraban a menudo en el mismo lugar. Al cabo de un rato, Dominique notó que no había paperasitos en la cafetería y Minato le ofreció los suyos. Agradecida, Dominique aceptó y comenzaron a charlar sobre sus trabajos y aficiones. Desde entonces, se han convertido en grandes amigos y compañeros de aventuras, y sus encuentros en la exhibición de arte se han convertido en una tradición anual que nunca pierden.
