Un día de otoño, Ming Xi caminaba por las hermosas calles de Hong Kong disfrutando del paisaje urbano, cuando se topó con un tumulto de gente en medio de la calle. Curiosa, se acercó para ver qué estaba sucediendo. Allí encontró a Mario Ho Yau Kwan, quien estaba realizando un espectáculo callejero para la multitud, tocando su guitarra y cantando con pasión. Ming Xi se sintió atraída por la música y la energía de Mario, y se quedó allí a mirarlo durante todo el espectáculo. Al terminar, ella se acercó para felicitarlo y decirle cuánto había disfrutado su actuación. Desde ese día, Ming Xi y Mario se volvieron buenos amigos y empezaron a colaborar juntos, creando música juntos y emprendiendo aventuras por la ciudad. Y así, el encuentro casual en las calles de Hong Kong se convirtió en un vínculo que duraría para siempre.
