Giuseppe y Mónica se conocieron en un pequeño café en el centro de la ciudad. Ambos esperaban sus bebidas cuando Giuseppe notó el collar con un pequeño elefante que llevaba Mónica. Él era un ávido coleccionista de objetos de elefante y no podía resistirse a preguntarle acerca de él. Después de un largo debate sobre elefantes, la conversación se desvió hacia otros temas y descubrieron que compartían varias pasiones y puntos de vista. Fue una conversación tan natural y agradable que no se dieron cuenta de que habían pasado horas en el café. A partir de ese día, se convirtieron en buenos amigos, y después de algunos meses, se dieron cuenta de que querían algo más. Ahora, años después, siguen siendo inseparables, siempre contándose todo y apoyándose mutuamente, con el pequeño elefante como un recordatorio constante de cómo se conocieron.
