Un día soleado, Constaza caminaba por las calles de su ciudad cuando, de repente, vio a Nabih sentado en un banco, escribiendo en un cuaderno. Curiosa, se acercó a él y le preguntó qué estaba haciendo. Nabih, sorprendido pero encantado por la presencia de la joven, le explicó que estaba escribiendo un poema. Constanza, quien también era aficionada a la poesía, se interesó en ver lo que Nabih había escrito. Después de leerlo, ambos comenzaron a hablar de poesía y literatura. Pronto descubrieron que tenían muchas cosas en común y se dieron cuenta de que se sentían atraídos el uno por el otro. Desde ese día, comenzaron a verse con regularidad para hablar y compartir textos e ideas. Poco a poco, su amistad se convirtió en una relación amorosa sólida y duradera. Juntos, se apoyan en su pasión por la poesía y el arte, y construyen un futuro juntos con la misma confianza y creatividad que les unió desde el inicio.