María Anna Schiess fue una mujer suiza que mantuvo una relación amorosa con Napoleón III durante aproximadamente un año, entre 1848 y 1849. Su relación comenzó cuando Napoleón era todavía príncipe y se encontraba en el exilio en Suiza. Schiess era hija de un rico banquero suizo y a pesar de que la relación fue breve, ella ejerció una gran influencia sobre Napoleón III. Se cree que ella lo introdujo en el mundo del espiritismo y le enseñó técnicas de meditación y autocontrol. La relación terminó abruptamente en 1849 cuando Napoleón decidió casarse con Eugenia de Montijo, una aristócrata española, para fortalecer su posición política en Europa. A pesar de esto, Schiess mantuvo una correspondencia con Napoleón durante algunos años más, en las que se mantuvo una amistad y una relación intelectual. Después de la caída del Segundo Imperio Francés en 1870, Schiess se mudó a Italia, donde se casó y tuvo hijos. Falleció en 1900. Aunque su relación con Napoleón III fue breve, ella es recordada como una mujer de gran inteligencia y belleza, y su influencia en Napoleón durante ese periodo ha sido objeto de debate y especulación entre los historiadores.