Uno de los días más calurosos del verano, Daniel-Kannimae y Natalie-Krill coincidieron en una pequeña librería del centro de la ciudad. Ambos estaban buscando el mismo libro, y al alcanzarlo, sus manos se rozaron. Natalie sonrió, y Daniel sintió cómo algo se movía en su estómago. Hablaron durante algunos minutos, intercambiando sus pensamientos sobre el libro que estaban buscando. Decidieron ir juntos a tomar un café en la terraza de la librería, disfrutando la vista de la ciudad y hablando sobre todo lo que les venía en mente. Horas después, se dieron cuenta de que habían estado hablando todo el día sin cansarse. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, y desde entonces, se convirtieron en grandes amigos. Con el tiempo, este lazo de amistad se convirtió en algo más profundo, y hoy en día, Daniel y Natalie son inseparables.