Nicholas Muray y Frida Kahlo tuvieron una relación amorosa que comenzó en 1931 y duró varios años. Muray era un fotógrafo húngaro-estadounidense que se mudó a Nueva York para establecer su carrera. Kahlo, por su parte, era una artista mexicana que se encontraba en Nueva York para recibir tratamiento médico. Muray era conocido por sus retratos en color y se convirtió en el fotógrafo favorito de Kahlo. Tomó varias fotos de ella, incluyendo sus famosos autorretratos. La relación entre ellos fue ferviente y apasionada, pero también tumultuosa. Kahlo era conocida por sus numerosos amantes y su infidelidad, y Muray era un hombre casado. A pesar de los altibajos en su relación, Muray y Kahlo se mantenían en contacto incluso después de su separación. Se escribían cartas con frecuencia y Muray siguió fotografiando a Kahlo en los años siguientes. La relación entre ellos fue considerada importante para ambos y se mantuvieron amigos durante el resto de sus vidas. La obra de Muray fue fundamental en la popularización y difusión del arte de Frida Kahlo. Sus fotos la retratan en momentos importantes de su vida y reflejan su estilo y personalidad. Además de su relación personal, la colaboración entre Muray y Kahlo se convirtió en una importante contribución a la historia del arte.