Don-Bremer y Nina-Shipman se conocieron en un pequeño café parisino, mientras ambos esperaban su turno para ordenar un café au lait. Don-Bremer, un famoso escritor estadounidense, había llegado a la ciudad para una conferencia y sentía curiosidad por explorar los rincones menos conocidos de la misma. Nina-Shipman, por otro lado, era una estudiante de literatura francesa que se había tomado el día libre para estudiar en un ambiente más tranquilo. Al encontrarse frente al mostrador, Don-Bremer y Nina-Shipman se percataron que eran los únicos clientes del café. Al ver los libros bajo el brazo de Nina, Don-Bremer la felicitó y comenzó a preguntarle sobre su carrera académica. Nina, un poco intimidada pero halagada, compartió con él su amor por la literatura francesa y su deseo de convertirse en una reconocida escritora. Don-Bremer, impresionado por la pasión de la joven estudiante, decidió invitarla a un recital poético que se llevaría a cabo en el Ateneo de París esa misma noche. Nina, emocionada por la propuesta, aceptó el invitación y ambos acordaron encontrarse en el lugar del evento. Durante el recital poético, Don-Bremer y Nina-Shipman compartieron sus percepciones sobre los poemas y autores presentados. Después del evento, tomaron un chocolate caliente en una pequeña cafetería cercana. Fue allí donde descubrieron la fascinación que tenían por los autores del siglo XIX y la admiración que sentían el uno hacia el otro. A partir de ese momento, Don-Bremer y Nina-Shipman comenzaron a salir juntos. Asistieron a recitales poéticos, visitaron librerías y hablaron durante horas sobre sus escritores favoritos. Su gran amor por la literatura terminó por unirlos, convirtiéndolos en una de las parejas más emblemáticas de la literatura del siglo XX.
