Un día soleado de verano, Kiss-Ramona caminaba por el centro de la ciudad cuando se topó con un joven de mirada dulce llamado Norbert-Toth. Ambos se cruzaron las miradas y sintieron una extraña sensación en el estómago. Después de un momento de indecisión, se acercaron el uno al otro y comenzaron a charlar. Descubrieron que compartían gustos similares en música, cine y deportes, y sus conversaciones se alargaron durante horas. Decidieron intercambiar números de teléfono y mantenerse en contacto. Después de varias semanas de mensajes y llamadas, Norbert-Toth invitó a Kiss-Ramona a un concierto de su banda favorita. Ella aceptó emocionada y se sorprendió al descubrir que también era su grupo preferido. Disfrutaron de la música y el ambiente del concierto, y al terminar, Norbert-Toth le propuso dar un paseo por la ciudad. Pasearon por las calles bajo la luz de la luna, deteniéndose de vez en cuando para contemplar los escaparates o hacerse fotos juntos. La noche se les pasó volando, y cuando se dieron cuenta, ya era hora de despedirse. Desde entonces, Kiss-Ramona y Norbert-Toth se convirtieron en inseparables. Compartían risas, aventuras y momentos inolvidables juntos, y su relación creció con el tiempo. Entre ellos había algo especial, una chispa que hacía que sus corazones latieran al unísono. Y aunque muchos no dieran un duro por ellos, ellos sabían que se habían encontrado el uno al otro en el momento y el lugar justo. Una casualidad del destino que había dado lugar a un amor para toda la vida.
