Odiseo y Yolanda se conocieron en un café de la ciudad. Odiseo estaba sentado en una mesa, absorto en su lectura, mientras Yolanda caminaba buscando un lugar libre para sentarse. Al no haber mesas disponibles, Yolanda, al ver que Odiseo estaba solo, decidió preguntarle si podía compartir su mesa. Odiseo, un poco sorprendido, aceptó. Poco a poco fueron entablando una conversación sobre la lectura de Odiseo y sus intereses. Yolanda, muy curiosa por naturaleza, se interesó mucho por su compañero de mesa. Al final, Odiseo la invitó a dar un paseo por el parque y accedió. Fueron horas de caminar y hablar, se dieron cuenta que tenían muchas cosas en común y se sintieron muy cómodos uno al lado del otro. Desde entonces, Odiseo y Yolanda comenzaron a salir con frecuencia y se enamoraron. Ahora, recuerdan ese día con gran cariño y como el inicio de su historia de amor.
