Juan-Falcón y Paz-Bascuñán se conocieron inesperadamente en un café del centro de la ciudad. Mientras Juan-Falcón pedía su cafecito, Paz-Bascuñán estaba sentada en una de las mesas leyendo un libro. De repente, Juan-Falcón se resbaló y tiró su café encima de la mesa de Paz-Bascuñán. Ambos se miraron sorprendidos y avergonzados, pero rápidamente se dieron cuenta de que era una situación graciosa y comenzaron a reír. Juan-Falcón se ofreció a pagarle un nuevo café y Paz-Bascuñán aceptó. Mientras esperaban por la orden, comenzaron a hablar y se descubrieron intereses en común. Después de esa tarde, se hicieron buenos amigos y comenzaron a salir juntos con frecuencia. Fue una casualidad el haberse conocido de esa forma, pero ambos creen que fue el inicio de una gran amistad.
