Un día soleado en Nueva York, Peggy-Knudson y Philip-Reed coincidieron en una librería en el centro de la ciudad. Ambos buscaban el mismo libro y al mismo tiempo lo agarraron, sus miradas se juntaron y se dieron cuenta de que tenían gustos similares. Peggy no pudo evitar preguntarle a Philip qué opinaba del libro y esto llevó a una conversación larga e interesante. Decidieron ir a tomar un café juntos y allí se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, desde sus pasatiempos hasta su amor por la literatura y el arte. Poco a poco, su amistad se convirtió en algo más y hoy en día están felices de haberse encontrado en aquella librería, en un día soleado en Nueva York.
