Una tarde soleada en el parque, Antonia estaba paseando a su perro cuando lo vio, Peter, sentado en una bancada del parque leyendo un libro. Al principio, Antonia sintió una atracción instantánea por Peter, pero no sabía cómo acercarse a él. Sin embargo, su perro parecía tener otras ideas y comenzó a correr hacia Peter. Antes de que Antonia pudiera alcanzar a su perro, Peter ya estaba de pie, sosteniendo la correa de su perro. Con una sonrisa en su rostro, le devolvió el perro a Antonia y comenzó a hacerle preguntas sobre su perro y cómo se llamaba. La conversación entre Antonia y Peter no se detuvo allí. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, incluyendo su amor por los viajes y la comida. Hablaron durante horas y prometieron seguir en contacto. Desde entonces, Antonia y Peter han sido inseparables. Han viajado juntos, cocinado juntos y han formado una amistad sólida a lo largo de los años. Todo gracias a su perro travieso y al destino que los unió en ese parque soleado.
