Ingeborg de Dinamarca fue reina consorte de Francia como esposa de Felipe II. La pareja se casó en 1193, pero su matrimonio fue corto y tumultuoso. Filipe alegó que el matrimonio no había sido consumado y anuló el matrimonio en 1193, buscando desesperadamente un nuevo matrimonio. Ingeborg se negó a aceptar la anulación, defendió su inocencia y defendió su derecho a ser reina. Fue encarcelada y mantenida en confinamiento durante 20 años en diversos castillos franceses en condiciones extremadamente difíciles. Incluso el Papa Inocencio III intervino en el caso y exigió que se restaurara el matrimonio, pero Felipe II se negó a hacerlo. Finalmente, en 1213, Felipe II cedió a la presión del Papa y devolvió a Ingeborg su estatus de reina, aunque el matrimonio nunca se reanudó. Ingeborg sobrevivió a su marido y murió en un convento en 1238. La historia de su confinamiento y lucha por su derecho a ser reina es recordada como una de las más trágicas en la historia de la realeza francesa.