Linda y el príncipe Albrecht se conocieron de una forma muy peculiar. Resulta que ambos estaban visitando el mismo museo en Viena, Austria sin saber que tenían la misma afición por la pintura. En una de las salas, ambos se encontraron admirando una pintura de Monet y empezaron a discutir acerca del uso del color y la luz en la obra. La conversación fluía con tanta naturalidad que no se dieron cuenta de las horas que habían pasado allí. Al final del día, Albrecht le pidió el número de teléfono y una cita para seguir conversando sobre arte. Desde entonces, no han dejado de explorar juntos los museos y las galerías de arte más famosos del mundo.
