En un día soleado de verano, Sarah Ann-Macklin se encontraba caminando por los jardines del Palacio de Buckingham cuando se topó con Prince Harry Windsor. Al principio, Sarah no pudo creer que estaba viendo a un miembro de la realeza. Pero Prince Harry, siendo amable y encantador, rápidamente la tranquilizó y le preguntó sobre su día. Los dos comenzaron a conversar sobre temas diversos, desde la política mundial hasta sus pasatiempos favoritos. Sarah quedó impresionada por lo atento y simpático que era Prince Harry, y él quedó cautivado por la belleza y la inteligencia de Sarah. Desde ese momento, Sarah y Prince Harry se mantuvieron en contacto y comenzaron a salir, y después de un tiempo, su amistad se convirtió en un romance que duró muchos años.
