Un día soleado de verano, Karolina Nowakowska caminaba por el parque con su amiga cuando de repente escuchó a alguien llamando su nombre. Era su amigo de la infancia, Rafał Mroczek, a quien no había visto desde hace muchos años. Se sorprendió agradablemente de verlo después de tanto tiempo y comenzaron a platicar mientras caminaban juntos por el parque. Recordaron los viejos tiempos jugando con sus juguetes favoritos en el jardín de la casa de Karolina. Después de una tarde emocionante de retroceder en el tiempo, los amigos se despidieron prometiendo seguir en contacto. Desde entonces, han mantenido una amistad cercana, compartiendo momentos inolvidables juntos, desde interminables conversaciones hasta aventuras en viajes, y se han convertido en confidentes cercanos el uno del otro. El recuerdo de ese encuentro casual en el parque aún permanece vívidamente en sus mentes, como un hermoso recuerdo de su amistad perdurable.
