Martha-Julia y Ricardo-de-Alba se encontraron por casualidad en una exposición de arte. Martha-Julia estaba admirando una pintura en particular cuando Ricardo-de-Alba se acercó a ella y comenzó a hablar sobre la pieza. Ambos compartían un amor por el arte y la conversación fluyó naturalmente. Terminaron por pasar toda la tarde juntos, admirando diferentes obras y discutiendo sobre las diversas técnicas utilizadas por los artistas. Desde ese día, Martha-Julia y Ricardo-de-Alba se convirtieron en grandes amigos y compañeros de arte, compartiendo su pasión por la creatividad y la belleza con el otro.