Mary Harrington y Robert F. Kennedy tuvieron una relación cercana que se desarrolló a lo largo de varios años. Harrington era una mujer joven e idealista que había trabajado en la campaña presidencial de Kennedy en 1960 y fue contratada como pasante en su oficina del Departamento de Justicia en 1961. A medida que Harrington comenzó a trabajar cada vez más estrechamente con Kennedy, desarrolló una gran admiración por él y su dedicación a la justicia social y los derechos civiles. En sus memorias, Harrington escribió sobre la manera en que Kennedy la inspiró y la ayudó a encontrar su voz como activista social. Sin embargo, la relación entre Harrington y Kennedy no fue siempre fácil. Kennedy era un hombre casado y había tenido numerosas aventuras extramaritales en el pasado. Aunque nunca se ha confirmado si su relación con Harrington fue física, los dos eran claramente muy cercanos y cariñosos el uno con el otro. En 1964, Kennedy fue nombrado fiscal general por el presidente Lyndon B. Johnson, lo que significaba que se veía obligado a renunciar a su cargo en el Senado de los Estados Unidos. Harrington, que estaba desilusionada con la política de Johnson, decidió renunciar a su cargo en el Departamento de Justicia poco después. A pesar de que Mary Harrington y Robert F. Kennedy nunca tuvieron una relación romántica confirmada públicamente, su conexión cercana y compromiso compartido con los derechos civiles y la justicia social continuó influyendo en la vida y la carrera de Harrington mucho después de la trágica muerte de Kennedy en 1968.