Un día soleado de verano, Beverly y Rudy se encontraron por casualidad en una cafetería del centro de la ciudad. Mientras esperaban en la fila para ordenar su café, sus ojos se encontraron y una conexión instantánea se produjo. Sin saber por qué, ambos sentían que se conocían desde hace mucho tiempo. Después de ordenar, Rudy tomó coraje y le preguntó a Beverly si le gustaría compartir la mesa con él. Después de charlar durante horas sobre sus vidas y aspiraciones, se dieron cuenta de que tenían mucho en común y que se habían encontrado por una razón. Desde entonces, se han convertido en los mejores amigos y compañeros en los altibajos de la vida.