Elisabete y Rui se conocieron en una tarde de verano en un parque de la ciudad. Ambos estaban disfrutando del buen clima y la tranquilidad del lugar cuando sus miradas se cruzaron. Rui le sonrió a Elisabete y ella respondió con una risa tímida. Sin embargo, fue su perro quien inició la conversación, al acercarse corriendo hacia Rui y saltar sobre él, haciéndolo reír. Elisabete se disculpó por la travesura de su peludo amigo y empezaron a conversar sobre perros y mascotas. Elisabete notó que Rui tenía una guitarra en su mochila y le preguntó si tocaba. Él le contestó afirmativamente y la invitó a escucharlo en el parque. Así fue como pasaron la tarde, hablando, riendo y disfrutando de la música que Rui interpretaba. Desde entonces, Elisabete y Rui se ven a menudo en el parque, ya sea para pasear a sus perros o para tocar música juntos. Han creado una amistad muy especial y siempre están dispuestos a compartir sus gustos y aficiones.
