Mark Hebert estaba sentado solo en un café, mientras Sally Kirkland entraba. Al ver a Mark, Sally se acercó tímidamente y preguntó si podía compartir la mesa con él. Mark, sorprendido pero complacido por la presencia de Sally, accedió. Comenzaron a hablar y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. Discutieron sus intereses en la música, la literatura y el arte, y se dieron cuenta de que habían estado en muchos de los mismos lugares al mismo tiempo, pero nunca se habían conocido. Mientras el tiempo pasaba, se dieron cuenta de que habían encontrado algo especial entre ellos. La chispa era innegable. Continuaron viéndose y se enamoraron profundamente. Fue una casualidad, un encuentro mágico que cambió sus vidas para siempre. Desde entonces, Mark y Sally siempre recordarán ese día especial en el café donde se conocieron.
