Samantha y Steven se conocieron en un partido de fútbol, donde ambos jugaban en equipos diferentes. En un descanso del juego, Samantha se acercó a Steven para pedirle un poco de agua, ya que se había quedado sin su propia botella. Al ver que ella estaba teniendo dificultades para respirar y parecía mareada, Steven decidió ofrecerle su ayuda y la llevó al banco de suplentes para descansar un poco. Allí, comenzaron a charlar y descubrieron que tenían muchos intereses en común. A partir de ese día, empezaron a salir juntos y se convirtieron en una pareja inseparable. Ahora, años después, siguen siendo un gran equipo tanto en el campo como fuera de él.