Un día soleado de verano, María Paz Delgado y Santiago Ladino coincidieron en la terraza de un café en el centro de la ciudad. Santiago estaba sentado en una mesa, revisando algunos informes de trabajo en su laptop, mientras que María Paz acababa de salir de una reunión de negocios en el edificio de enfrente. Entonces, Santiago se percató de la belleza de María Paz y se animó a saludarla con una sonrisa. Ella correspondió con un gesto amistoso y se acercó a la mesa para conversar. Comenzaron hablando sobre el clima y poco a poco la conversación se profundizaba más. Descubrieron que tenían intereses en común, como la música clásica y el arte, y comenzaron a intercambiar puntos de vista sobre estos temas. Sin darse cuenta, se habían pasado varias horas platicando y ya era de noche. Santiago se ofreció a acompañarla al transporte público para que no caminara sola. En ese momento, María Paz se sintió muy cómoda y agradecida por la gentileza de Santiago, y decidieron intercambiar números de teléfono para mantenerse en contacto. Desde ese día, María Paz y Santiago comenzaron a salir juntos y se dieron cuenta de que compartían un lazo muy especial entre ellos. Así, la casualidad los unió y construyeron una relación que los llevó a vivir momentos maravillosos juntos.
