Sam y Sarah se conocieron en una cafetería en el centro de la ciudad. Sam estaba sentado en una mesa, trabajando en su computadora y tomando café cuando Sarah llegó y se sentó en una mesa cercana. Después de unos minutos de trabajar juntos en silencio, Sam decidió romper el hielo y le preguntó a Sarah sobre su trabajo. Sarah, que era una escritora, respondió entusiasmada y comenzaron a hablar sobre sus respectivos proyectos. La conversación fluyó de manera natural y se dieron cuenta de que compartían muchas cosas en común, desde la pasión por la escritura hasta los intereses en la música y el cine. Después de una charla de horas, Sam y Sarah intercambiaron números y acordaron salir en una cita. Y así comenzó su historia de amor, todo gracias a un encuentro fortuito en una cafetería.