Michael se encontraba en un bar de Nueva York cuando escuchó una melodía que le dejó sin aliento. Se acercó a la pista de baile y ahí estaba, Sasha, con su majestuosa voz y belleza. Michael quedó cautivado por sus habilidades vocales y su presencia magnética, así que se acercó a ella para presentarse. Sasha lo saludó con una sonrisa y comenzaron a hablar. Descubrieron que compartían la pasión por la música y la cinematografía. Michael invitó a Sasha a una cena en su casa para hablar más sobre sus intereses comunes y comenzaron una amistad que rápidamente se convirtió en una asociación profesional. Comenzaron a trabajar juntos en proyectos de cine y música, y su amistad se fortaleció a lo largo de los años. Ahora, son dos socios inseparables que han llevado su creatividad a nuevos niveles.