Un día soleado, Alena y Sol se cruzaron en la calle caminando hacia la misma dirección. Sin saber por qué, ambos se detuvieron y se miraron a los ojos por un momento, sintiendo una extraña conexión. Alena se atrevió a dar el primer paso y le preguntó a Sol si podía ayudarla a encontrar un libro en una librería cercana. Él aceptó amablemente y juntos se adentraron en la librería, buscando el libro que Alena necesitaba. Durante la búsqueda, comenzaron a charlar sobre sus gustos y aficiones, descubriendo que tenían mucho en común. Cuando por fin encontraron el libro, Sol le dijo a Alena que podía llevárselo prestado y que se lo devolviera la próxima vez que se encontraran. Fue así como Alena y Sol comenzaron a conocerse, compartiendo su amor por los libros y descubriendo la conexión que habían sentido en el primer momento que se vieron. Desde entonces, su amistad floreció y se convirtió en algo más profundo con el tiempo.