Sol y Janet se encontraron por casualidad en un café de Londres. Sol estaba sentado en una esquina del café cuando Janet entró. Los ojos de Sol se posaron en Janet, quien parecía en apuros para encontrar el último asiento disponible en el café lleno de gente. Con un gesto amable, Sol le ofreció su asiento y Janet se sentó, agradecida. Desde entonces, no han dejado de hablar y han construido una larga amistad.