Paula Drew y Stephen Crane se conocieron en el bar de un hotel en Nueva York. Paula estaba sentada en una mesa, escribiendo en un cuaderno cuando Stephen se acercó a pedir una bebida. Al ver que también era escritor, se sentó a conversar con ella. Después de un rato de charla, Paula se dio cuenta de que Stephen no tenía dinero para pagar su bebida, por lo que ofreció pagarla ella. Stephen se sintió un poco avergonzado, pero agradecido, y decidió invitar a Paula a cenar como forma de agradecimiento. La noche concluyó en un restaurante francés, donde hablaron sobre literatura y sus respectivas vidas. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, incluso sus gustos por la poesía y la música clásica. La química entre ellos fue instantánea, y desde entonces, comenzaron a salir juntos con frecuencia. Juntos han vivido muchas aventuras, y han inspirado mutuamente sus obras literarias.