Tatiana y Alexander se conocieron en una fría tarde de invierno en un pequeño café en el centro de la ciudad. Tatiana estaba sentada sola en una mesa, con una taza de té caliente en frente de ella, mientras que Alexander entró apresuradamente por la puerta fría del café. Al ver a Tatiana, Alexander se detuvo en seco en la entrada y la observó durante unos segundos. Tatiana notó que alguien la miraba y levantó la mirada para encontrarse con los hermosos ojos de Alexander. Sin saber por qué, Tatiana sonrió tímidamente y Alexander se acercó a su mesa para presentarse. Después de charlar un rato, Tatiana descubrió que Alexander, como ella, era un inmigrante recién llegado a la ciudad. Al principio, su encuentro fue cortés y cordial, pero pronto descubrieron que compartían una gran pasión por la literatura y comenzaron a hablar de sus libros favoritos y autores favoritos. Descubrieron que tenían mucho en común y su conversación se convirtió en una animada discusión. Después de una tarde divertida e inspiradora, Tatiana y Alexander intercambiaron números de teléfono y acordaron encontrarse de nuevo. El resto, como dicen, es historia. Se volvieron inseparables, y años después, se casaron felizmente en el mismo café donde se conocieron.