Isabelle estaba sentada en un café solitario, mientras que Tom estaba buscando un lugar para relajarse después de un día largo en el trabajo. Ambos estaban mirando el mismo libro en la estantería y, sin saberlo, sus manos se tocaron. Tom sonrió tímidamente y se disculpó, mientras que Isabelle se puso algo nerviosa. Pero en ese momento, sus ojos se encontraron y no pudieron evitar sonreír el uno al otro. Empezaron a hablar y se dieron cuenta de que tenían pasatiempos y gustos similares. Tom no podía creer su suerte al encontrarse con alguien tan encantador y atractivo como Isabelle. Al final de la noche, intercambiaron números de teléfono y acordaron volver a verse pronto. Desde entonces, han estado juntos, compartiendo aventuras y creando recuerdos inolvidables juntos. Se saben el uno al otro y son el apoyo mutuo que necesitan en todo momento. Y todo gracias a ese pequeño encuentro en el café solitario.
