Linda y Tom se conocieron por casualidad en una librería en el centro de la ciudad. Ambos estaban buscando el mismo libro, y al llegar al estante, se dieron cuenta de que solo quedaba uno ejemplar. Después de intercambiar unas palabras, acordaron comprar el libro juntos y compartirlo. Mientras caminaban hacia la caja registradora, se dieron cuenta de que tenían mucho en común, desde sus gustos literarios hasta sus planes para el fin de semana. Intercambiaron números de teléfono y comenzaron a enviarse mensajes y llamadas todos los días. Poco a poco, su amistad se convirtió en amor y, finalmente, se comprometieron en la misma librería donde se conocieron. Ahora, años después, todavía visitan la tienda juntos y se emocionan recordando cómo se conocieron.