Un día de verano, Ana Reguera caminaba por el parque cerca de su casa, disfrutando del sol y las flores. De repente, se encontró con un joven llamado Tomás Ruiz González sentado en un banco, leyendo un libro de poesía. Ana, también amante de la poesía, se acercó y comenzó a hablar con él. Descubrieron que no solo compartían el amor por la poesía, sino también por la naturaleza y la música clásica. Después de hablar durante horas, acordaron conocerse en el mismo banco en el parque cada semana para compartir sus intereses y pensamientos. A medida que seguían encontrándose, su amistad se fortaleció y se dieron cuenta de que habían encontrado a un amigo de por vida. Finalmente, Tomás se dio cuenta de que se había enamorado de Ana. Confesó sus sentimientos y Ana se sorprendió al descubrir que también sentía lo mismo. Desde ese día, se convirtieron en pareja y su amor solo se hizo más fuerte. Ahora, años después, se consideran los mejores amigos y amantes, recordando siempre el día en que se conocieron con cariño.
