Un día, mientras Rio Ferdinand paseaba por el centro de la ciudad, decidió entrar en una tienda de discos que había visto varias veces desde la calle. Nada más entrar, escuchó una melodía que llamó su atención, era la voz de una chica que cantaba en hebreo. Se acercó rápidamente al mostrador para pedir información sobre el disco y descubrió que era de una artista llamada Tslil Sela. Al día siguiente, por casualidad, se encontraron en la misma cafetería y Rio decidió acercarse y felicitarla por su música. A Tslil le hizo mucha ilusión conocer a alguien que apreciaba su trabajo y así empezaron a hablar de sus gustos musicales y de sus proyectos. Después de pasar un rato agradable juntos, Rio invitó a Tslil a unirse a él en una de sus sesiones de DJ en un club cercano esa misma noche. Después de la actuación, siguieron hablando hasta altas horas de la madrugada. Desde ese día, Tslil y Rio han mantenido una bonita amistad y han colaborado juntos en varios proyectos musicales.
