Yorgos y Tugce se conocieron en una exposición de arte en Atenas. Yorgos había presentado su última serie de esculturas y Tugce estaba allí para apoyar a su amiga, la artista Maria, que exponía sus pinturas en esa misma galería. Yorgos notó a Tugce desde lejos. Quedó sorprendido por la belleza de la joven, su cabello oscuro y su vestido azul, y se le acercó para hablar sobre la escultura que estaba viendo. A medida que conversaban, notaron que compartían muchos intereses, como la música clásica y la historia del arte. La conversación fluyó de manera natural y decidieron seguir hablando en otro lugar, fuera de la galería. Así fue como Yorgos y Tugce terminaron en un café cercano, debatiendo sobre la vida, el amor y la filosofía. Descubrieron que tenían muchas cosas en común: los dos eran buceadores, disfrutaban de los viajes exóticos y eran amantes de los animales. A medida que el café y la noche avanzaban, la química entre Yorgos y Tugce se hizo más evidente. Finalmente, decidieron intercambiar números de teléfono y acordaron reunirse para un café más tarde esa semana. Esa reunión fue el comienzo de una hermosa historia de amor que duraría muchos años. Yorgos y Tugce se convirtieron en inseparables, viajando juntos por el mundo y explorando juntos su pasión por el arte y la cultura.
