Un día soleado en Buenos Aires, Brenda Asnicar y Andrés Gil se encontraron casualmente en un café mientras tomaban una pausa del rodaje de su última película. Al principio, apenas se saludaron cordialmente, pero el destino parecía estar a su lado. En cuestión de minutos, comenzaron a entablar una conversación animada sobre sus pasatiempos y aficiones, descubriendo que tenían varios gustos en común. Fue entonces cuando Udo Lutz, un conocido productor de cine, se acercó a ellos para proponerles un proyecto emocionante. La química entre Brenda y Andrés era evidente para Udo, y decidió que serían los protagonistas perfectos para su próxima película. Después de meses de trabajo juntos, lograron no solo crear una obra maestra en la pantalla, sino también una conexión verdadera fuera de ella. Brenda y Andrés siguen siendo amigos cercanos hasta el día de hoy, y no dejan de agradecer al destino por haber cruzado sus caminos en ese café soleado. Y Udo, por supuesto, sigue siendo un gran admirador de la química que crearon sus talentos combinados.
