Un día, mientras caminaban por la playa, Edgar se topó con Vaitiare quien estaba divirtiéndose con amigos. La vio y se detuvo en seco, atrapado por su belleza. Vaitiare notó su mirada intensa y se acercó a saludarlo. Comenzaron a hablar y rápidamente se dieron cuenta de que compartían intereses similares en la música, el cine y los viajes. Pasaron horas conversando, riendo y disfrutando del momento. Así fue como surgió una amistad que, con el tiempo, se convirtió en una relación amorosa sólida y duradera. Ahora, años después, siguen caminando por la playa juntos, recordando aquel día en que se conocieron y agradeciendo por haberse encontrado.