Era un día soleado en la ciudad de Miami, cuando José María de Tavira y Valerie Domínguez se encontraron por casualidad en un café local. José María estaba sentado en una mesa trabajando en su laptop, mientras que Valerie entró al café en busca de un lugar para descansar después de una larga caminata por la playa. Sin embargo, Valerie no pudo encontrar un asiento libre en el café, y se acercó a la mesa de José María para preguntar si podía compartir su mesa. José María, amablemente, aceptó y comenzaron a conversar. Después de unos minutos de charla, se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. Comenzaron a intercambiar anécdotas y experiencias de sus vidas, y poco a poco, se dieron cuenta de que había una conexión especial entre ellos. Ambos decidieron continuar su conversación en la playa, caminando juntos y disfrutando del hermoso paisaje. Desde entonces, José María y Valerie se han convertido en inseparables amigos y compañeros de aventuras, viajando juntos por todo el mundo.
