Un día, Nina estaba caminando por la plaza del mercado cuando de repente se topó con Vladimir. Él estaba comprando unas manzanas y Nina quedó impresionada por su caballerosidad al ofrecerle una a ella. Comenzaron a hablar y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, como su amor por el arte y la música. Vladimir invitó a Nina a tomar un café y ella aceptó encantada. En el café pasaron horas hablando de sus intereses y experiencias de vida. Desde ese día, Nina y Vladimir se volvieron inseparables y su amistad floreció rápidamente en un romance.