Amelia Knox y Wale Folarin se conocieron en una cafetería del centro de la ciudad. Ambos estaban de pie en la fila esperando a que les tomaran sus órdenes. Amelia no podía dejar de mirar a Wale, quien parecía sumido en sus pensamientos mientras miraba su teléfono móvil. De repente, la cafetería quedó en la oscuridad debido a un corte de energía eléctrica. Wale sacó una pequeña linterna para iluminarse y encontrar su camino hacia la puerta, pero Amelia se quedó paralizada, asustada por la oscuridad. Notando su miedo, Wale se acercó a Amelia y le ofreció su mano para ayudarla a salir de la cafetería. Una vez afuera, se presentaron formalmente y decidieron continuar su conversación en el exterior. Mientras charlaban, un grupo de músicos callejeros tocaba en la plaza cerca de la cafetería. Wale confesó que era un rapero y que también estaba trabajando en su álbum debut. Amelia, sorprendida, le preguntó acerca de su música y se mostró interesada en escuchar sus canciones. Wale, tomado de sorpresa, sacó su teléfono y le mostró una de sus pistas. Después de escuchar la canción, Amelia se quedó impresionada por la habilidad de Wale para crear música y ambos acordaron reunirse de nuevo para hablar más sobre sus pasiones comunes. Desde entonces, se han convertido en amigos cercanos y aliados creativos, trabajando juntos en proyectos musicales y filantrópicos.
